Carolina Muzilli: Obrera, socialista y feminista
El Libro Autora: Mabel Bellucci Marea Editorial 2024 Mabel Bellucci elabora una minuciosa investigación sobre las corrientes feministas en nuestro país, donde Carolina Muzilli destaca como personaje esencial. No sólo fue una incansable defensora de los derechos laborales de las mujeres en el seno del Partido Socialista, sino que también desempeñó un rol crucial en […]
El Libro
Autora: Mabel Bellucci
Marea Editorial 2024
Mabel Bellucci elabora una minuciosa investigación sobre las corrientes feministas en nuestro país, donde Carolina Muzilli destaca como personaje esencial. No sólo fue una incansable defensora de los derechos laborales de las mujeres en el seno del Partido Socialista, sino que también desempeñó un rol crucial en la promoción de diversas conquistas sociales, como la ley de divorcio vincular y los derechos de la infancia.
Su activismo en la Federación Gráfica Bonaerense fue fundamental para organizar y concienciar a las trabajadoras, enfrentando desafíos como salarios inferiores a los de sus compañeros y el acoso sexual perpetrado por capataces y empleadores.
La lucha de Muzilli trascendió también los límites sindicales. Como fundadora y directora de la publicación Tribuna Femenina, utilizó su pluma como herramienta incisiva para abogar por los derechos de las mujeres y las niñas, proporcionando una voz indispensable a aquellas que vivían en condiciones de desigualdad y vulnerabilidad extrema.
El legado de Carolina Muzilli, explica Bellucci, se caracteriza por un feminismo profundamente arraigado en la lucha de clases: antipatriarcal y anticapitalista, cuya relevancia aún perdura.
En un contexto histórico marcado por la ausencia de derechos políticos para las mujeres, Muzilli, junto a otras destacadas feministas como Alfonsina Storni, Gabriela Laperrière de Coni, Adelia Di Carlo, Alicia Moreau, Cecilia Grierson y Julieta Lanteri, desafiaron este status quo bajo el lema que guiaba su acción: “Ayudémosnos las unas a las otras”.
A lo largo de esta biografía, Bellucci no sólo revela la vida y las contribuciones políticas de Muzilli, sino que también sitúa su papel dentro de un movimiento feminista que, según ella, debe estar enraizado en la lucha de clases para evitar ser reducido a un mero ejercicio intelectual. Este llamado a un feminismo auténtico, inclusivo y comprometido con las realidades de las trabajadoras y las oprimidas sigue siendo relevante en la actualidad.
CAROLINA MUZILLI
Socialismo y feminismo
Mabel Bellucci*
Nació en Buenos Aires el 17 de noviembre de 1889, en un modestísimo hogar de inmigrantes italianos, una familia proletaria con cinco hijos que vivía en las inmediaciones de las avenidas San Juan y Entre Ríos, del barrio porteño de Constitución. Su padre, Cayetano Muzilli, se desempeñaba como obrero de la construcción, y su madre, Victoria C., era ama de casa. Tenía cuatro hermanos (Francisco, María Rosa, Filomena y José). Los mayores habían nacido en Italia y los menores, en nuestro país. En una familia proletaria, ser mayoría de mujeres implicaba un detrimento en la economía, por los magros salarios que recibían ellas en sus trabajos. Al parecer, había en el núcleo familiar cierta simpatía por los ideales socialistas. Por esta razón, desde muy pequeña Carolina escuchaba las inquietudes por construir una sociedad más igualitaria. Si bien algunas investigaciones señalan que ella fue autodidacta, lo cierto es que consiguió el permiso de sus padres para ampliar los estudios primarios, rango habitual, en el mejor de los casos, para una niña pobre. Y aunque no accedió a estudios universitarios, sí cursó en la escuela pública; más aún, lo hizo en una institución de prestigio como es la Escuela Normal del Profesorado de Lenguas Vivas. Esto estaba vedado a las personas de su clase, que, una vez finalizada la instrucción primaria, debían abandonar toda aspiración educativa a futuro. Por esa razón, y por su condición de clase, debió trabajar de costurera para pagar sus estudios. Apenas se lanzó la apertura del Centro Socialista Femenino (CSF), Carolina, siendo una adolescente de 13 años, participó junto con otras jóvenes.
En la multiplicidad de ensayos e investigaciones en nuestro país relacionados con su trayectoria se devela que fue Gabriela Laperrière de Coni -escritora, periodista, activista de la salud pública, feminista clasista- quien instó a Carolina a estudiar la prensa y la literatura socialista.
En un artículo del periodista Félix Lima, “Mujeres socialistas”, publicado en la revista Fray Mocho del 30 de abril de 1915, ella declara que su vocación socialista había comenzado siguiendo las conferencias de Gabriela L. de Coni.
Otro personaje protagónico en su vida fue el diputado nacional, abogado, escritor y profesor socialista Alfredo Palacios, quien también la impulsó a participar en conferencias en los centros socialistas. En 1907, siendo mayor de edad, se afilió al Partido Socialista en el local del Centro Socialista Obrero (CSO) en la sección 12. Este mismo centro promovía campañas a favor del sufragio femenino, la igualdad de derechos civiles y jurídicos entre el hombre y la mujer, el divorcio, la supresión de la discriminación de los “hijos naturales” y la educación laica.
Poco tiempo más tarde, su militancia obrera feminista la llevó a participar como adherente en el Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina, realizado en Buenos Aires entre el 18 y el 23 de mayo de 1910, organizado por la Asociación Universitarias Argentinas (AUA), presidida por la doctora Petrona Eyle, y con una multiplicidad de entidades que adhirieron. La presidencia del Congreso estuvo a cargo de Cecilia Grierson -feminista y socialista, primera médica de nuestro país y pionera en las luchas por los derechos civiles y políticos de sus semejantes- y la secretaría general estuvo en manos de la médica feminista Julieta Lanteri. Contaba con la participación de delegadas de la Argentina, Perú, Chile, Uruguay e Italia.
En enero de 1912 el Centro Socialista Obrero (CSO) donde ella se había afiliado, llevó al X Congreso del PS una propuesta que había presentado Carolina sobre la sindicalización de la mujer trabajadora y la reglamentación del trabajo a domicilio.
Ese mismo año se empleó sin sueldo en el Departamento Nacional del Trabajo, en tareas de inspección laboral, que le permitía consagrarse a la solución de complejos conflictos en los conventillos de los barrios fabriles. En aquellos oscuros sitios, su encendido espíritu siempre arrojaba una luz o reparaba una injusticia. Más allá de que también promovió la defensa de los derechos civiles de sus congéneres, una de sus contribuciones más importantes consistió en el análisis de las condiciones de trabajo de mujeres y menores empleados. Y denunció la dramática situación de explotación que se vivía en los talleres, fábricas y comercios, como también los problemas de salud más frecuentes: reumatismo, ciática y tuberculosis. Visitaba establecimientos industriales y comerciales para efectuar encuestas que le permitieron realizar, finalmente, un informe sobre las realidades laborales. De esa práctica derivó un interés particular por la construcción de estadísticas sociales, sobre lo que escribió e intervino en grupos técnicos. Incluso, cuando no podía acceder a la información directa para sus publicaciones, se hacía contratar en las industrias como modo de interiorizarse del contexto. Este conocimiento que ella proponía representaba un cúmulo de saberes que circulaban en los circuitos universitarios, en las esferas gubernamentales, y entre la militancia socialista. Recorría las fábricas y talleres tomando nota de las condiciones de trabajo, registrando el número de horas de labor y el salario, la acción degenerativa sobre el organismo de ciertas industrias (comparando la talla, peso, capacidad respiratoria, etc.), hacía estadísticas comparadas de morbilidad y mortalidad, llegando a emplearse ella misma en los establecimientos que no brindaban información.
En 1913, participó en el Primer Congreso Americano del Niño organizado en Buenos Aires por Julieta Lanteri, donde Alicia Moreau fue secretaria general. Tres años más tarde, intervino en el Segundo Congreso Panamericano del Niño llevado a cabo en Buenos Aires, al cual asistieron delegaciones de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Paraguay, Perú y Estados Unidos. Asimismo, colaboró con sus informes para que el diputado Palacios librase una lucha parlamentaria en defensa de las mujeres y las infancias.
Entre tanto, el escritor Manuel Gálvez acudió al reporte de Carolina para utilizar los datos fundamentales sobre las formas de explotación a que estaban sometidas las empleadas en las grandes tiendas porteñas. Nuestro escritor, a quien ella conocía del diario La Vanguardia, más adelante escribió con esas mismas referencias su novela Nacha Regules. Para que no quedasen dudas, él lo consignó de esta manera en sus recuerdos: “Los pormenores sobre el trabajo de las mujeres en las grandes tiendas no son inventados ni falsos. Me los dio Carolina Muzilli”.
Por esas vueltas de la vida, Carolina terminó refugiándose en las sierras de Córdoba, en un pueblo llamado Juan Bialet Massé como recuerdo del precursor del derecho laboral en la Argentina del siglo XX. Su clima seco era beneficioso para la salud de las personas con tuberculosis. Su hermano José la acompañó cuando ella decidió instalarse ahí por prescripción médica. Había contraído esa grave enfermedad a causa del agotamiento físico por la intensidad de su trabajo sindical, político e intelectual. Estuvo internada en el Hospital Colonia Santa María de Punilla, creado en 1900 como centro de atención para los pacientes de tisis.
Con 28 años esta luchadora murió, el 23 de marzo de 1917, en Juan Bialet Massé. Sus restos se encuentran en la bóveda de la familia del escritor socialista Agustín Álvarez en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, cedida gentilmente debido a la amistad que mantuvieron ellos dos, tanto por la militancia como por la labor literaria. En marzo de 1912 Agustín Álvarez le envía una carta a Carolina solicitándole su folleto. Sin duda este gesto legitimó la calidad intelectual de Muzilli; además prestigió su obra por el reconocimiento que esta figura tenía en el campo intelectual argentino.
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*Archivista, ensayista, activista e investigadora feminista LGTTB y en derechos humanos. Magister de la Carrera de Especialización en Estudios de la Mujer Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Es autora de Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política (2010); Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo (2014); Desde la Cuba revolucionaria. Feminismo y Marxismo en la obra de Isabel Larguía y John Dumoulin (2018); El segundo sexo en el Río de La Plata (2021) en coautoría con Mariana Smaldone. Dirigió junto a Juan Queiroz la revista digital Moléculas Malucas. Archivos queer y Memorias fuera del margen. Integra el UBACYT “Comunicación, cultura y espacio público en dictadura y postdictadura: miradas desde las instituciones” del Instituto de Investigación Gino Germani (FSOC-UBA).
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Tejero Coni, Graciela, Andrea Oliva. Gabriela Laperrière de Coni: de Burdeos a Buenos Aires. Buenos Aires, Cienflores, 2016, p. 41. Disponible en: https://www.relatsargentina.com/documentos/HomenajeLaperriere/Gabriela.Libro2016.pdf
Rodríguez Tarditi, José. Semblanza de militantes socialistas: Cooperativistas. Políticos. Gremialistas.Buenos Aires, La Vanguardia, 1988, p. 115.
Ferreras, Norberto Osvaldo. “Carolina Muzilli ou a costureira que nãodeu o ‘maupasso’”. Campinas, Cadernos Pagu Nº 13, 1999, p. 257. Disponible en: http://www.relats.org/documentos/HOMENAJES.Muzilli.Ferreras.pdf
Gálvez, Manuel. Recuerdos de la vida literaria. Buenos Aires, Taurus, 2002, p. 473.
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