Relatos Indómitos

Vidas de Porquería

por Marta García

«Veo que mi vida es una reverenda porquería”. Por la expresión de su cara pensamos que eso estaba diciendo nuestro vecino de pocas palabras. De otro modo no nos explicamos su comportamiento. No encontró mejor modo para dejar de ver su vida de porquería que cerrar los ojos. Hay que aclarar que nunca pensamos eso de su vida porque no la conocíamos lo suficiente y aparte las nuestras dejaban mucho que desear.
Caminó a ciegas una cuadra. Como no pasó nada, salvo engancharse con una baldosa floja, se animó a hacerlo por dos cuadras. Fue tal la hemodinamia que extendió su recorrido. Comenzamos a preocuparnos porque de seguir avanzando a ciegas llegaría al borde del barrio, lo cual puede no resultar peligroso a las personas que viven al ras del piso. Pero el nuestro es un barrio en altura, rodeado de acantilados.
Y sucedió lo que temíamos. No lo vimos más. Nos fuimos dando cuenta de que él había tenido una vida maravillosa que no supimos valorar ni le habíamos dicho nunca lo bien que nos caía, aunque hablara poco. Con gran remordimiento, decidimos cerrar los ojos, ir al borde del barrio y esperar que alguien, antes de caernos, nos diga lo maravillosas que son nuestras vidas de porquería.

Ilustración: León Ferrari de la serie Poliuretanos